15 de noviembre de 2010

“LA PASTA NO ENGORDA”

image Científicos de trece países, entre ellos España, han firmado un consenso internacional sobre los carbohidratos y los beneficios que aportan para la salud, con el que quieren poner el acento en que no engordan ni son responsables de la obesidad.

Este pacto, suscrito a principios de mes en Río de Janeiro (Brasil) en el marco del IV Congreso Mundial de Pasta, ha sido impulsado por la organización estadounidense Oldways, autora en 1993, junto a la Organización Mundial de la Salud, de la famosa Pirámide Nutricional.

La catedrática de Fisiología de la Universidad de Murcia Marta Garaulet, representante española en este grupo internacional, del que forman parte investigadores de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Canadá, Estados Unidos, Italia, México, Portugal, Turquía y Venezuela, ha subrayado que estos macronutrientes no están detrás del alarmante aumento de la obesidad y que es el exceso de calorías el que hace elevar la báscula.

Garaulet ha dicho que en estos tiempos en los que la obesidad y la diabetes están aumentando en todo el mundo, y no sólo en los desarrollados países occidentales, las pastas y otros alimentos de bajo índice glicémico pueden ayudar a controlar los niveles de azúcar en sangre y también el peso, y ha explicado que las dietas muy bajas en carbohidratos no son saludables, especialmente a largo plazo.

Esta profesora, doctora en Farmacia y máster en Salud Pública por la Universidad de Harvard, y que dirige un proyecto de investigación del Ministerio de Educación sobre cronobiología y obesidad, ha señalado que las dietas hipergrasas, de las consideradas “milagrosas” junto a las hiperproteicas, tienen efectos adversos en vasos sanguíneos, que no se reflejan en los marcadores plasmáticos; disminuyen la capacidad cognitiva, provocan desequilibrios en minerales y están detrás de otras consecuencias menores como halitosis, caída de pelo y dolor de cabeza.

Garaulet ha añadido que, según se puso de manifiesto en ese congreso mundial, se ha demostrado que tras una intervención dietética a largo plazo con menús de igual contenido calórico y diferentes proporciones de nutrientes, tres tipos de seguimiento daban lugar a pérdidas de peso semejantes, con independencia de las proporciones de nutrientes.

Sin embargo, según esta investigadora, a pesar de presentar pérdidas de peso semejantes, el porcentaje de abandono de las dietas hiperproteicas se sitúa en el 75%; el de las hipergrasas, en cerca del 50%, y en menos del 40% en quienes siguieron una dieta equilibrada.

“Si tenemos en cuenta que el individuo debe aprender a comer para mantener el peso deseado durante toda la vida, la mejor dieta del mundo no sirve de nada si no se puede seguir a largo plazo”, defiende esta profesora.

Asimismo, ha alertado de que se está poniendo de moda etiquetar ciertos alimentos con el indicativo “bajo en carbohidratos”, y ha dicho que lo más sorprendente es que no solo sucede en países como Estados Unidos, Canadá, España o Portugal, donde alrededor del 47% de las mujeres afirma estar constantemente a dieta, sino en otros lugares del planeta donde la mayor parte de la población pasa hambre.

Sobre la coexistencia del hambre, la desnutrición y la obesidad, Marta Garaulet ha explicado que en Colombia, Chile o Argentina pueden coincidir en una misma familia madres obesas e hijos desnutridos, que pasan hambre y son obesos, por lo que para ella se debe dejar de hablar de desnutrición e hipernutrición para pasar a llamar “malnutrición” a lo que está ocurriendo.

Ha asegurado que esta sorprendente situación solo se alcanza comiendo la llamada ‘fast food’ de elevada densidad calórica y muy baja densidad en nutrientes, y ha puesto como ejemplo que un niño puede estar obeso, y pasar hambre, con el consumo de dos litros de refresco al día y una bolsa de patatas fritas como único alimento.

“La dieta se ha de entender como un todo, y se ha de comer una variedad de carbohidratos, grasas y proteínas saludables”, ha concluido Garaulet, quien afirma que “en contra de lo esperado, comer sano, según demuestran los estudios económicos, es todavía más barato que comer insano”.

EFE

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