25 de marzo de 2010

Espectáculo único en el Jardín Botánico del Zulia

La Verdad - Marissel Villalobos - Maracaibo - 25/03/2010 00:01 25

image Quien vaya por carretera o aire puede deleitarse con un fenómeno floral que sólo se da en Venezuela desde el 21 hasta 29 de marzo, cuando entra la época primaveral. Y es que en lugares amplios y no poblados el curarire, el araguaney (árbol nacional) y el guamacho florecen del color del oro para embellecer los paisajes venezolanos. Todas pertenecen a la familia bignoniáceas.

El estado Zulia ve este espectáculo floral desde el lunes y ya son pocos los árboles que aún quedan vestidos de amarillo, según Juan Morillo, director del Jardín Botánico de Maracaibo e ingeniero forestal. Las vías hacia el Aeropuerto Internacional La Chinita, el Jardín Botánico o la carretera Lara-Zulia se asemejan a una alfombra amarilla en ambos extremos. Los matices de este color hacen competencia con el sol radiante que cubre la tierra zuliana y resaltan ante el contraste de un cielo azul celeste.

"Esta floración de oro, como la denominó Rómulo Gallegos, se presenta en todos los estados del país sólo en estos meses y una sola vez al año, por lo que quizá son muy pocos los que logran ver ese espectáculo. Dura entre tres y cuatro días, pues las flores de estas plantas son sumamente débiles, no aguantan el peso y, además, no cuentan con el cuidado vegetal que deben tener".

De acuerdo con José Fernández, caporal del Jardín, lo que facilitó el florecimiento de estas plantas fue la lluvia que se presentó entre miércoles y jueves de la semana pasada, pues estos árboles suelen abrirse durante una larga sequía interrumpida por lluvias repentinas. "El araguaney es un árbol rústico que desafía los suelos áridos y los climas cálidos, pero brota con una lluvia por más leve que sea".

Pasados esos tres o cuatro días, los árboles vuelven a su estado normal, con su respectivo color verde. "Cuando la flor cae, sale una vainita que da paso a la hoja verde y así transcurre hasta el próximo año cuando vuelve a florear, por eso la gente no debería perderse la oportunidad de ver un paisaje lleno de hermosos amarillos", comenta Fernández.

No todo lo que brilla es oro

Muchas personas suelen confundir al araguaney con las variedades de la familia de las bignoniáceas, que también florean en color amarillo durante estos días, al pensar que sólo es esa planta la que pinta la geografía nacional. Juan Morillo asegura que cada una se distingue por un matiz y textura diferente. "La flor del curarire es más fina, la del araguaney es más gruesa, se abre un poco más y su amarillo es como el sol; la del guamacho, también conocido como supire, tiene un amarillo brillante y de unos cuatro centímetros de ancho. Lo único que tienen en común, además del color, es el tiempo en que florecen, pues todas lo hacen entre febrero y abril".

En el país se estima que 50 por ciento de la superficie está ocupada por vegetación, distribuida en los estados Bolívar, Amazonas, Zulia, Mérida, Táchira, Trujillo y Delta Amacuro, según proyecciones del Instituto Geográfico de Venezuela Simón Bolívar en el 2003. Sin embargo, no existe un registro en el Ministerio de Ambiente que contabilice cuántos araguaney o plantas hermanas de esta especie forman parte de la flora en Venezuela. Este paisaje de mil amarillos demuestra lo variable y sorprendente que puede ser la geografía nacional.

Una mano para el Jardín Botánico

Lo que debería ser un recinto lleno de hermosos colores y diferentes árboles es un espacio gris y marrón. El Jardín Botánico, fundado en 1973 por el Rotary Club Maracaibo junto con la ayuda de Shell de Venezuela y PDVSA, se ha convertido en un lugar donde reina la maleza y la sequía.

Juan Morillo, director, señala que urge la necesidad de repoblar y retomar su cuidado. "El Jardín carece de ayuda gubernamental o de algún organismo público o privado. No tenemos presupuesto para tener empleados que se encarguen de limpiar el lugar o regar las plantas, por eso solicitamos la colaboración".

Asegura que aunque tienen muchos proyectos de recuperación de plantas autóctonas y que están en peligro de extinción, no tienen el dinero suficiente para llevarlos a cabo. "El Jardín Botánico, con unas dos mil 800 especies de plantas, atesora numerosas rarezas vegetales, algunas en peligro de extinción. En el Zulia existen 52 especies amenazadas. Estamos perdiendo un 20 por ciento de las especies exclusivas de nuestra región que no crecen en ningún otro sitio, de allí nuestro interés en rescatar el Jardín", indicó Juan Morillo.

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